Para mi pesar, el ejercicio representa sólo un 30% de lo que gastamos, por lo tanto la alimentación era la culpable. En mi caso, efectivamente subí de volúmen haciendo ejercicio y pensando que si me cuidaba medianamente durante la semana más ejercicio, estaba del otro lado. Error porque la verdad es que me salía a cada rato.

Así que antes de comenzar con el entrenamiento empecé la dieta. La primera lección: aprender a mover la cabeza de un lado a otro, diciendo: ¡No, gracias!

¿Fácil? ¡Para nada! Sobre todo cuando desfilan chocolates, galletitas y hasta donuts. Pero ahí también Berni Allen me ayudó con algunas frases como: “El sabor pasa, la grasa queda” o “mejor en la basura que en mi cintura”. Lo más complicado fueron las dos primeras semanas, de verdad la sufrí, tenía la boca seca todo el tiempo, pero las medidas y mis ganas de estar mejor exigían un cambio, y hay que sacrificarse.

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Al principio de este desafío tenía las siguientes medidas con 1.62 de altura (esto no es fácil):

-80,5 cms cintura

-97 cms caderas

-100 cms de busto

El peso y % de grasa

-66.6 kilos

-32% de grasa corporal

Lo peor y lo mejor fue cuando invitamos a la nutricionista y autora del blog Nutralicioso Noelle Litvak  a este desafío. En su consulta me explicó cómo la clave está en elegir los mejores alimentos de un grupo. Por ejemplo: carbohidratos, sí! Pero quinoa, arroz integral o pastas integrales y en una porción pequeña sólo en el almuerzo. ¿Pan integral o Pita? Ninguno de los dos, porque como son derivados del trigo, mi cuerpo los convierte en grasa; había que reemplazarlos por pan centeno (tipo volkron $1.500 pesos 10 rebanadas) que se convierten en energía. ¿Huevo? Sí, uno al día hecho ojalá sin aceite. Legumbres: Sí, pero acompañadas de una ensalada verde.

Lo peor fue cuando me pesó en esas máquinas que miden hasta los malos pensamientos: diagnóstico obesidad y 8 kilos de grasa a disminuir aprox. (UPS!) Después de eso, directo al supermercado a comprar lo que necesitaba, porque hacer dieta implica un gasto, no podemos negarlo. Zapallos italianos, champiñones, pimentones, lechuga, brócoli, cebollín; mandarinas y manzanas para las colaciones eran los pertrechos para los próximos días. Adiós helados, chocolate nocturno, pisco sour.

wp-desafio-colacionesOtros tips de alimentación que me ha ayudado: estragón en vez de sal, aceto balsámico, sopa de verduras hecha en casa (nada de sobres aunque sean light), yogurth sólo por las tardes, jaleas sin azúcar para pasar el hambre nocturna y salida de la dieta 1 vez a la semana en una de las comidas. Lo que me negué a dejar: mi copita de champaña.

La primera semana sentí la diferencia, como que me desinflé… la segunda pocos cambios, pero con menos ansiedad; pero al menos ya estoy algo más preparada para empezar la rutina de ejercicios.

También pueden seguir este desafío a diario en el instagram de Taconeras (@Taconeras), el mío (@PaulitaAviles), el de Berni Allen(@berniallen) y para recetas ricas y sanas @Nutralicioso

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